Millones de jóvenes… ¿en la economía informal?

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Podríamos decir que México es una nación llevada por el impulso de dilapidar sus caudales cada cierto tiempo. ¿Qué demonios fue doña Revolución? Un catastrófico quebranto del país. Retrocedimos ahí décadas enteras en el camino hacia el bienestar, destruimos infraestructura, sembramos muerte y dolor, provocamos espantosas hambrunas y, finalmente, no estamos ni lejanamente mejor que si ese devastador episodio no hubiera acontecido. Al contrario, resultamos todos los grandes perdedores.

Tan sencillo como que Francisco Madero, elegido democráticamente el 15 de octubre de 1911, siguiera gobernando después de que Porfirio Díaz dejara el poder. Pues no, pasados apenas 15 meses, comenzó la gran escabechina: pistoletazo de salida, con perdón de la metáfora, para matarse los unos a los otros, para consumar escalofriantes atrocidades y arrasar con todo.

Pero, miren seguimos glorificando ese negro acontecimiento de nuestra historia y este año del Señor lo hemos dedicado a la figura de Francisco Villa, un sanguinario asesino cuya ejemplaridad no se alcanza a vislumbrar por ningún lado.

Justamente, así como fabricamos mitos y propalamos relatos edificados en muy dudosas realidades, desestimamos también los provechos que podríamos cosechar si el pragmatismo fuera el motor de las acciones públicas en lugar de que la retórica, el dogmatismo y la ideología se impusieran por encima los intereses más evidentes.

Se habla, por ejemplo, de que este país se puede beneficiar grandemente del mentado bono demográfico. O sea, que está poblado por un gran número de jóvenes, a diferencia de las naciones en las cuales, entre otras de las amenazas que afrontan, la mera financiación de las pensiones no parece estar siquiera asegurada porque está naciendo menos gente.

Pues bien, esos tales jóvenes deberían de capacitarse profesionalmente de la mejor manera para insertarse luego en los sectores de la economía formal. Es decir, volverse, en su momento, impulsores del crecimiento y pagadores de impuestos. Lo que estamos viendo, sin embargo, es que los proyectos educativos van en una dirección distinta. Parece importar más el adoctrinamiento que la enseñanza de las habilidades que se necesitan en el mundo moderno. ¿Vamos a seguir siendo el país de las oportunidades perdidas?
https://www.milenio.com/opinion/roman-revueltas-retes/politica-irremediable/millones-de-jovenes-en-la-economia-informal

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