Los fierros en la lumbre

Fernando Belaunzarán
Las circunstancias pesan más que los deseos. No entenderlo lleva a la necedad y ésta puede traer graves consecuencias. Es verdad que concentran el suficiente poder como para seguirse de frente, consolidar el nuevo régimen autoritario y aprobar completo el plan C del líder que consiguió su hegemonía, pero el problema que tienen es que la situación nacional e internacional no son propicias. Se impuso la continuidad en las urnas, pero llevarla a cabo sería un despropósito porque el país hace agua por todos lados y la situación se tornaría peor si insisten en espantar inversiones.
Acaba de terminar la administración con menor crecimiento en 36 años, 0.8% anual promedio, reduciéndose el PIB per cápita al aumentar más la población que la economía. Fue, en ese sentido, un sexenio perdido que, además, culmina en franca desaceleración y con el riesgo de que llegue a recesión. El nearshoring ya es una oportunidad perdida y la sola incertidumbre sobre la revisión del T-MEC en 2026 complicará los primeros años de la gestión de Claudia Sheinbaum, precisamente los más apremiantes para salir del atolladero.
No tendrá los fondos y fideicomisos para contingencias financieras, porque fueron vaciados durante el gobierno de su predecesor y con esa precariedad tendrá que lidiar con la deuda y el déficit disparados en el último año, siendo que gran parte del gasto está comprometido. La reducción de la pobreza con base en transferencias en efectivo, prácticamente lo único que puede presumir la gestión saliente, no será sostenible sin crecimiento y la degradación estatal por la llamada “austeridad republicana” está llegando a niveles inmanejables. El deterioro en el sector salud es desde hace tiempo una crisis humanitaria y se padece el peor rezago educativo del México moderno. Urge rescatar y fortalecer instituciones, así como mejorar servicios públicos esenciales que tienen continuas fallas como el agua, la electricidad y el Metro, pero eso será imposible sin recursos suficientes.
Mención aparte merece la degradación social por la inseguridad, la violencia y el empoderamiento con extendido control territorial de las organizaciones criminales. La apuesta por dejar que la correlación de fuerzas entre los cárteles pacificara sus respectivas zonas de influencia fue un trágico desastre y los datos son estremecedores: 200 mil homicidios, 55 mil desaparecidos y 71 mil cuerpos sin identificar. El Estado de derecho es endeble y la reforma judicial, si la SCJN no la echa abajo en ejercicio de sus atribuciones como tribunal constitucional, generaría caos e incertidumbre con consecuencias insospechadas hasta para sus vengativos promotores.
Se diga en voz alta o en privado, la gran interrogante es el grado de influencia que tendrá López Obrador en el gobierno de la sucesora. No tengo dudas de que ésta quiere ser continuadora de su obra y promotora de su culto, lo ha dejado claro en innumerables ocasiones. Sin embargo, la realidad es un muro infranqueable y las difíciles condiciones en las que asume el poder obligan a la rectificación. Las autoridades electorales capturadas pudieron obsequiarle una espuria mayoría calificada, pero 46% de los ciudadanos no votaron por ellos y pasarles por encima en medio de tantas crisis sólo aumentará el descontento y la resistencia. Aunar en la polarización para seguir privilegiando el poder sobre la gobernabilidad llevaría, más temprano que tarde, a un autoritarismo más descarnado y represivo. Ojalá “la hija del 68” eluda ese callejón, gire el timón y convoque a la pluralidad para enfrentar juntos los graves problemas del país, rescatando a nuestra moribunda democracia. La pregunta que sigue es, en caso de que la situación la orille a hacerlo, ¿podrá? Le dejó cuñas por todos lados.
FIN DE CICLO
Con este escrito me despido de las generosas páginas de Excélsior. Durante cerca de seis años (14 de enero de 2019), cada semana publiqué de manera ininterrumpida con absoluta libertad. Mi agradecimiento por ello al director editorial, Pascal Beltrán del Río, a la familia Vázquez Aldir, a la gentil Lore Rivera, a quienes lo hacen posible todos los días y, por supuesto, a mis lectores con quienes espero reencontrarme pronto. Los abrazo.