La violencia Presidencial contra la Ministra Piña

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La violencia es un hecho condenable desde cualquier punto de vista; bajo ninguna circunstancia hay justificación para ejercerla en detrimento de la integridad y de la dignidad de persona alguna, particularmente de las mujeres.

Las agresiones se dan de diferentes maneras. No hablamos nada más de la violencia física, que es lo primero que viene a nuestra mente cuando hablamos de violencia contra las mujeres; nos referimos también, a aquella violencia que se realiza con diversas actitudes como ignorar a la mujer, minimizarla en sus capacidades, denostarla, poner a otras personas en su contra, amenazarla, y ya no digamos la violencia que se ejerce en el aspecto económico. Sin duda, todo tipo de violencia contra la mujer es un mal que debemos erradicar de nuestra sociedad.

Es por ello que no debemos dejar pasar el hecho, en mi opinión, gravísimo, de que todo el aparato del gobierno federal se ha volcado en contra de la Ministra Presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Lucía Piña Hernández.

La violencia ejercida contra la Ministra Piña se muestra de diferentes formas: se ha instalado un plantón permanente en la puerta de la Suprema Corte de Justicia acusándola de traidora a la Patria; se le ha denostado en las mañaneras; se ha prohibido a funcionarios federales hablar con ella; se ha llegado al extremo de señalar que la Ministra ha amenazado a senadores vía mensajes de texto, sacando de contexto la conversación. Todo ello como represalia por el solo hecho de cumplir y hacer cumplir la ley en el marco de la división y equilibrio de poderes.

Estos ataques tienen dos consecuencias que son altamente lesivas para la sociedad mexicana: la primera es que se ha institucionalizado la violencia contra la mujer desde el más alto Poder en nuestro país, desde la Presidencia de México, lo que se constituye como un ejemplo, absurdo y reprobable, para todo aquel que agreda a una mujer, en cuanto a que podría hacerlo sin consecuencia alguna, bajo la creencia de que “si el hombre tiene algo de poder, puede hacer lo que quiera” sin responsabilidad alguna.

La segunda es el terrible daño que se hace al Poder Judicial, y con ello, a la vida institucional de nuestro país, al pretender, por medio de actos de violencia a la mujer, menoscabar a un Poder entero, denostando el trabajo, no solo de los once ministros de la Corte, sino de magistrados, jueces, proyectistas, secretarios de acuerdos y todo el personal del Poder Judicial de la Federación.

Nada, absolutamente nada, justifica la violencia contra las mujeres, y hoy, exigimos ¡ni una mujer más violentada por razones políticas!

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