Dos fracasos: Insabi y Seguro Popular
Por Ricardo Raphael
Para cuando Andrés Manuel López Obrador se puso la banda presidencial, el Seguro Popular ya era un proyecto fracasado. La evidencia era consistente. Sin embargo, su conversión en el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) terminó sumando varios pisos más a ese fracaso.
Desde 2017 se volvió inocultable el quebranto del Seguro Popular. Quien entonces era su titular, Gabriel O’Shea, se expresó alarmado por el extravío de más de 9 mil millones de pesos, detectados por la Auditoría Superior de la Federación, en los estados de México, Guerrero, Michoacán, Morelos, Nayarit, Sonora, Veracruz y Tabasco.
También se hicieron notar en esas fechas las incapacidades crónicas de aquel sistema. Por ejemplo, los pacientes se quejaban de que no era posible surtir una de cada tres recetas médicas, también de que la infraestructura era muy deficitaria y de que no había personal médico ni enfermeras para atender a 54 millones de beneficiarios.
Entonces México solo contaba con 1.6 camas por cada cien mil habitantes, cuando el promedio mundial era de 4.8, y con 2.6 enfermeras, también por cien mil habitantes, a pesar de que la media global recomienda 9.
Para 2018, aquel proyecto de Julio Frenk, secretario de Salud durante la administración de Vicente Fox, se hundía como el Titanic.
El gobierno de López Obrador tuvo entonces una alternativa: o sustituía al Seguro Popular por una institución que reorganizara sus responsabilidades y recursos, o bien, hacía crecer al Instituto Mexicano del Seguro Social para que éste se hiciera cargo de atender a las personas no afiliadas a esa institución.
Desgraciadamente, el lopezobradorismo tomó el peor camino, es decir, que repitió la ruta trazada por Frenk cuando decidió mantener dos sistemas divorciados, uno para personas trabajadoras y otro para población general no afiliada al IMSS.
Al tomar este rumbo, en vez de proporcionar una solución, se añadieron más años al desastre.
Zoom: El problema no es solo la derrota del Insabi, sino que la construcción del nuevo sistema de salud —aunque vaya en la dirección correcta— será muy difícil de lograr en lo que le resta a este sexenio. Una iniciativa tan compleja, emprendida en tampoco tiempo, corre altísimo riesgo de volver a naufragar.
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