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Cecilia Soto

“Estoy conmocionada por el cruel asesinato de Luz Raquel Padilla. Me preocupa enormemente el abandono en que puede crecer su hijito, la vulnerabilidad de la discapacidad ahora aumentada por la orfandad. Sé que cuenta con su abuela materna, pero en estricto sentido no es su responsabilidad exclusiva. No podemos dejarla sola como, de hecho, sucedió con la madre de Bruno.

“No cabe duda que las mejores intenciones de mi gobierno se estrellaron con las fallas que este terrible hecho ha puesto al descubierto. Falló el diagnóstico: ahora sabemos que el problema de la discriminación es aún más profundo de como lo habíamos medido. Falló la implementación. Dos días antes el municipio de Zapopan había inaugurado el sistema municipal de cuidados y lo había hecho con entusiasmo. No dudo de sus buenas intenciones ni de la dedicación con la que se buscó perfeccionar todos los detalles de este sistema de cuidados, la elaboración de protocolos, el estudio de otras experiencias estatales, el diseño de cursos de capacitación. Conozco la colaboración sincera del municipio con organizaciones ejemplares de mujeres cuidadoras, pero la verdad irrefutable es que hoy hay una mujer que no debió haber muerto. Una mujer que acudió repetidamente ante las autoridades pidiendo auxilio, pero éste siempre fue menos del que ella necesitó. Escuché por ahí, a modo de disculpa, que ‘cuando alguien está decidido a matar, hasta los mejores sistemas fallan’. No comparto esa visión fatalista que haría irrelevantes las medidas cautelares de protección a potenciales víctimas.

“Por supuesto que habrá justicia y los/las culpables de este hecho de crueldad inenarrable habrán de comparecer ante la justicia. Pero me pregunto, como mujer y como gobernante, si con el castigo, con la cárcel a quien haya de merecerla, se habrá hecho justicia. No lo creo, por lo menos no toda la justicia y reparación que este caso merece.

“Me pregunto, como mujer y como gobernante, si la memoria de Luz Raquel no merece de todos nosotros y nosotras jaliscienses, un homenaje mayor, algo que después de varios años nos permita decir a todos y todas que hicimos algo bien en memoria de Luz Raquel. Que, desde ese terrible año de su muerte, hemos cambiado, quizá poco, nunca lo suficiente, pero he querido imaginar que cuando una víctima llegue a la ventanilla del DIF o del Ministerio Público antes que nada se le crea. Porque la verdad es que no se escucha a las mujeres, no se cree en la palabra de las mujeres. Me gustaría decir que esto lo lograríamos porque sustituimos a funcionarios hombres de estas áreas por funcionarias. Pero la verdad es que la sordera ante la palabra de las mujeres no sólo es cosa del machismo pernicioso, las mujeres también internalizamos y reproducimos estas conductas discriminatorias. Por décadas, por siglos, hemos venido absorbiendo prejuicios, reflejos condicionados ante lo que nos disgusta, el rechazo al otro diferente y la aceptación pasiva de que el mundo es para los hombres.

“Me gustaría pensar en la inauguración de las Jornadas Luz Raquel Padilla. El trabajo intenso entre autoridades estatales, municipales, académicos, activistas de derechos humanos, psicólogos, líderes comunitarios, líderes empresariales, para afinar el diagnóstico de zonas o barrios y, sobre todo, el estudio de soluciones, muchas de ellas incompatibles con la sensible baja de recursos que recibimos el estado y los municipios por parte de la Federación. Casos como el hijito de Luz Raquel y muchos otros requieren ampliar la infraestructura de cuidados, así como el personal especializado.

“Sé muy bien que al reconocer errores la oposición política arreciará críticas a mi gobierno. Quiero pedirles que, en memoria de Luz Raquel, hagamos de la política de cuidados y del combate a la discriminación un asunto de Estado y no de gobierno. Un objetivo de sanación de todas y todos los y las jaliscienses, independientemente del partido con el que nos identifiquemos. Porque la dolorosa muerte de Luz Raquel nos ha confrontado a todos y todas con nuestras intolerancias, nuestros prejuicios, las críticas gratuitas a vecinos y conocidos, los chistes, las burlas. ¿Quién puede decir ‘en mi partido el machismo no existe’, ‘en mi organización no he escuchado una sola expresión discriminatoria’, ‘en mi gobierno no hay fallas’? La intensa polarización promovida desde Palacio Nacional con miras a las elecciones inhibe la autocrítica. No caeré en esa trampa. Examinaremos con rigor las fallas, la distancia entre la intención y la puesta en marcha de protocolos y medidas. Lo haremos para corregir, para ser mejor gobierno, para hablar con la verdad a los y las ciudadanas y fortalecer y recuperar su confianza. La memoria de Luz Raquel lo merece”.

Sé muy bien que éste no fue el discurso del gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, a quien estimo y quien tiene mucho que dar a México. Pero podría haberlo sido.

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